Sí es clara la referencia mitológica al río Leteo, río del olvido, en cuya orilla al morir se dejan todos
los recuerdos. [Según la mitología griega, una vez muerto, se llegaba al otro mundo al atravesar la laguna
Estigia. En el mismo infierno, Hades, podía beberse el agua del río Leteo que ayudaba a olvidar la vida
terrena.]
Quevedo dice que es tan fuerte el amor que se saltará esa ley severa. Nótese la antítesis entre ardía
(la pasión) y el agua fría (la muerte); la llama es una metáfora del amor.
También parece, aunque hay otras opiniones, que se refiere al dios Apolo, como símbolo del amor,
prisionero en su alma
En el primer terceto Quevedo acude a un juego de metonimias para señalar el espacio que ocupó la
pasión: el alma, las venas y las médulas. Los tres conceptos señalan interioridad, centralidad, intimidad.
El terceto final tiene menos recursos retóricos, en realidad, expresa algo, más frecuente en la poesía
de Quevedo: la llegada de la muerte provoca la separación del alma (su cuerpo dejará) y la conversión del
cuerpo en ceniza y en polvo. Nótese la total ausencia de cualquier pensamiento trascendental, cristiano, para
salvar el trance, invocando una eternidad posible; incluso se puede ir más allá, porque el poeta desecha las
ideas de este tipo, particularmente al tomar como referente al polvo, término de tantas resonancias piadosas.
Esa ambivalencia pagano-cristiana está provocada expresivamente por Quevedo, al mantener sin nombre al
dios aprisionador, y que se extiende mediante la utilización del ambiguo gloriosamente, con resonancias
religiosas y sentido erótico.
En estos momentos Quevedo resuelve la clave: al final de todo el soneto, el alma seguirá ocupada
por el amor (su cuerpo dejará, no su cuidado), y las cenizas y el polvo negarán su mera realidad física, por la
atribución prosopopéyica (personificación) de un rasgo imposible: tendrán sentido... será polvo enamorado.
En cuanto al léxico nos damos cuenta, desde el primer momento, que el campo conceptual que se
abre es el de muerte / amor / olvido /... El análisis de los campos léxicos lo confirma plenamente.
Asociado al campo léxico del cuerpo perecedero: cuerpo, ceniza, polvo, ojos, venas, medulas. Para
sugerir y significar muerte o de su campo léxico: cerrar, postrera sombra, blanco día, desatar, esotra parte,
dejará, ley severa, agua fría, etc. Probablemente pertenece a este campo el quevediano hora. Otra serie de
términos apunta a los sentimientos del sujeto que habla: afán ansioso; entre ellos el más abundante el que se
refiere a la pasión amorosa: ardía, llama, todo un dios, fuego, ardido, cuidado, enamorado.
Nótese que el poema se construye prácticamente con solo esos términos que hemos ido enumerando:
los bloques del cuerpo, la muerte y la pasión. No hemos integrado en esos campos léxicos uno de los
términos clave, alma, que se repite estratégicamente (vv. 3 y 9). El otro término que más veces se repite es la
adversativa mas (tres veces), con lo que léxicamente todo el soneto queda impregnado de esa resolución
contra o a pesar de. Y los pocos verbos que indican el futuro trance (llevare), la voluntad de eternizar el
sentimiento (nadar sabe, perder el respeto).
Es importante señalar, en este sentido, el proceso de despersonalización con que se juega, desde los
primeros versos (mis / me llevare / esta alma mía / mi llama...), claramente autobiográficos, a la introducción
generalizada de la tercera persona en los tercetos, que de ese modo enuncian verdades universales y
despersonalizadas, mediante el procedimiento de alejar y despersonalizar a los sujetos alma, venas y
medulas.
Los términos clave, subrayados por su colocación en el soneto, son, primero, el que abre y el que
agota el poema, cerrar (campo léxico de la muerte) y enamorado (campo léxico del amor), casi como
resumen léxico de su contenido. Luego los que inician estrofa: mas (sobre el que descansa todo el eje
adversativo del tema, remachado por las adversativas del primer terceto), alma y cuerpo, obviamente dos de
los términos clave.
Conclusión: El poema es un claro ejemplo del conceptismo de Quevedo, el significado es ambiguo, confuso
y muy cargado de conceptos, con mezcla de influencias clásicas y cristianas. Pero es bellísimo. El
significado global es un ejemplo de hipérbole y una especie de rebeldía ante la inexorabilidad de la muerte
y la renuncia al amor.